jueves, 5 de marzo de 2009

Pedro Jacobo

Te sentí dentro de mi desde el primer momento. Fuiste la semilla de la más hermosa flor que trajera la primavera en un dulce día de Abril. Al principio vivimos tiempos difíciles, pero los enfrenté con la fe de que la recompensa sería enorme; mes tras mes, kilo sobre kilo fui cargando la esperanza, la felicidad y la responsabilidad de saber que pronto te tendría entre mis brazos. Finalmente llegaste; más hermoso de lo que jamás hubiera imaginado. Cambiaste todo, lo renovaste. Ahora no puedo concebir mi vida sin tenerte a mi lado, siempe entre nosoros, siempre en la mente y el corazón de tus padre. Te amo hijo mío.

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