En casa ya no somos dos niños y una mamá, en mi familia uno de esos pequeños se ha convertido en un adolescente que mide ya más de lo que mido yo y pronto alcanzará a su padre.
Mi dulce y temperamental Pedrito, cumplió 12 años en el pasado mes de Enero, y dicho acontecimiento trajo consigo su desarrollo acelerado y entrada a la adolescencia o pubertad.
El Covid me brindó la oportunidad de estar con mis hijos todos los días como hace un año ( que me parecía eterno) ya no había podido hacer debido a mi trabajo y lo largo que era el periodo de tiempo que pasaba fuera de casa cada día.
Mi niño no ha podido experimentar las fiestas de graduación con sus amigos, ni las vacaciones trabajando en el negocio de sus abuelos como tantas veces lo habíamos platicado, ni mil cosas que debían suceder en este momento de su vida.
Sin embargo, la naturaleza se impone y mi hijo florece y se convierte en un guapísimo varoncito. Cuando comenzó la cuarentena, él era un par de centímetros más bajo que yo y ahora mide 3 más que yo!!!
Así como ha crecido su físico, crece su entendimiento y su necesidad de expresarse y me alegra tanto que se siga sintiendo con la confianza y la libertad de hablarme de cualquier cosa, sabiendo que trataré de ponerme en su lugar y explicarle las cosas de manera que las pueda entender.
Lo amo tanto!
He aprendido tanto de él; hemos aprendido juntos durante estos 12 años y espero poder seguir creciendo como madre y como persona tan de cerca con él como hasta ahora.
Si llegamos al temido momento en que se rebele sin razón, ya lo estaré reportando, por ahora, ese es el panorama de mi adolescente en tiempos de Covid...
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